Esto esta dedicado enteramente a todos los que no han podido contar su propia historia, a los que de alguna manera, les fue imposible respirar mejor creyendo en ellos y a pesar de su enorme talento fracasaron para si mismos.
PROLOGO Grafitti de Carlos Enrrique Hoyos (Embera Catío)



El Informe del informe

Tanto saber y mas tarde tanto ignorar... el desglosamiento de una serie de certezas rele-idas, todas improbables durante ese mínimo tiempo, fue así como aprendimos de lo que ya sabíamos que ignorábamos por nuestras propias percepciones, no se si está claro pero es así, la critica siempre aparece, y como sin sustancia, opina, y lo que apunta, abre surcos en la conciencia, y a pesar de ser inoportuna y casi siempre insuficiente y amañada, es hada madrina y diana cazadora, es crítica como su suerte y con suerte se apodera cada día, de una buena parte de la libre voluntad o creencia y por consiguiente de la expresión liberadora que cada día trae consigo.

Y para el caso, este informe en busca de su forma, que a pesar de tenerlas todas no tiene forma propia, y desarrollarla ha sido una manera de contar mis propias "deformasiones" abordando las ideas que apenas me van a permitir comunicar lo que creo del arte. Reconozco que desde el principio me ocupó más la idea de especular con lo que el arte hacia de mi, visualizandolo como el santo Grial de las humanas alteraciones, algo normal y casi como lo hacen todos. no sin antes experimentar una sumision y una entrega sin argumentos, ya después con la práctica y los años fui entendiendo, para la salvación de mi criterio, que este asunto debería de ser lo contrario, es decir: que el arte debería ser lo que yo quisiera , y esto es sin duda lo que irrita a la gran mayoría de los artistas que apenas dicen de si mismos, se amparan en las primeras lecturas que mas o menos se relacionan con lo que algún día "llegaremos a ser"... como si ya no fuéramos. En la anterior modernidad, en el siglo pasado, los artistas asumieron sin tanta cavilación su papel de naturales descubridores, eso si, desde el sitial de un carácter particularmente explosivo y especialmente dadivosos en sensibilidad y hasta la demencia; en errores y certezas sin igual. Todos los que pudieron tener un criterio propio, se arriesgaron a comunicarlo y tuvieron reconocimiento, Picasso, por ejemplo, la fuente inagotable de su inspiración fue la libertad y que sin otra argumentación él la supo convocar en cada linea, en cada idea, supo desde muy pronto que las cosas serian como él las estaba imaginando y por ello fue Picasso quien hoy "es"... así haya desaparecido, hace décadas.



Mi caso en particular no ha de ser la excepción, por que uno intenta escribir como "es", sin embargo, uno descubre para su asombro, que de todos los colchones filosóficos, ninguno a confortado tanto su espíritu como el hecho mismo de repensar el oficio en una espiral de gracia o desgracia relacionadas constantemente con las convenciones propias del travajo, que es lo que en ultimas nos alluda a trascender a esas lejanías del espíritu ayanando desde el quehacer, el ser particular, el mundo de ensoñacion o patetica desviación que nos muestra la fecunda realidad. Esto me puso a pensar en las cosas, que a mi juicio, han permitido comunicar algo, y que tiene que ver con los rigores de la vida ligada al arte para siempre y en la superficie de una cosa, de cualquier cosa y que cuando la cosa es una obra de arte , pues ya a dejado de ser cosa  y ciertamente se va transmutando en objeto, pues el objeto es abiertamente el objetivo, la razón de del pensamiento, con el fin de que este no desvaríe.

Las nuevas tendencias y filosofías que se imponen en este tiempo y que la critica y los estados reproducen desde su extraña cognición, tratan de legitimar su situación para ingresar en la cadena alimentaría, algo que casi que obliga a la comodidad parásita... que mantiene sin duda una visión complicada y miope para otras formas de ver y pensar el arte de ahora.
Las certezas vivirán para siempre y nosotros tal vez estamos para animar aún más nuestras dudas, digeribles en términos y modales que promuevan un estilo libre que anime las perspectivas del espíritu post moderno en un mundo que no sea moldeado por la manipulación y el establecimiento, ni mucho menos por el engaño y la violensia.
El tiempo se ufana en sus afanes parsimoniosos; así que habrá que creer que lo tenemos, esa conciencia ya nos dará las palabras que se irán relacionando con nuestra personal concepción del arte y sus abarcables estados, eso sí, mientras lo sorteamos con nuestras propias manos y hasta con el cuerpo todo.
Estos serian unos buenos ejemplos con los que podria puntualizar este prologo
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Capitulo I


EL RENACIMIENTO DE NUETROS DIAS
Al buen gusto y sus rarezas

Nuestros días son los mismos días de los primeros seres humanos. Contenemos el resplandor de sus atrasos y las contadas opalescencias de sus renacimientos. Somos el mito y el eslabón encallados en las teorías de turno. Nada nos detiene por que somos la única sustancia que se ilusiona y se enamora con todo cuanto trae a cuestas.
Encallamos en la vida propia y con el sino del fenómeno aún sin resolver.





VER-L-O-S-E-R


Cuando uno mira, nunca se percata  que lo hace dos veces, pues la periferia que abarca un ojo, es siempre el misterio del otro, y aunque lo que registran por separado, confluye y se unifica en lo mas alto de aquella afiligranada arquitectura mental, ambas visiones hermosean las fachadas de nuestro entendimiento: la blanca y altísima vela que se despliega durante las durísimas jornadas a bordo de la conciencia y de nuestras ilusiones,  navegamos en la agitada y maravillosa realidad en la  marea que nos circunda.... Y así; polarizados en la visión y en el tacto, nos acostumbramos a diferir y escoger con el nervioso palpitar de una brújula humana, lo que arriesgaremos a la suerte en las espinas cardinales de aquella rosa de los vientos, en donde cada navegante, desflora con aplicación las difíciles noches de insomnio.


La Crítica Crítica de los criticos criticos
Un cultivo de términos siempre es lo que nos deja la modernidad. Su lógica, aún persigue un sentido que sea capaz de redescubrir el lugar del arte en la actualidad; Las artes puras , las artes aplicadas, las bellas artes y ahora las artes visuales, todas enfrascadas, como a la fuerza en un discurso que trata de ordenar las expresiones actuales, cuya dinámica se resiste, por su propia naturaleza, a ser definida.
Se decapitan los rasgos más normativos de cada tendencia para que en su lugar ajustemos un aspecto de teoría enfebrecida y poéticamente patética, en donde se exponen las aparatosas conexiones sustentadas desde un escenario, lleno de victimas atentas, inocentes ...(los artistas) enseñando la extraña y retocada represión sobre su espíritu, que en todo caso, satisface a los teóricos, puristas de la forma y el procedimiento.
Desde los días primigenios en que apenas sospechábamos, con cierta primitiva avidez, el arte y sus primeras pisadas en los umbrales del espíritu humano; este nuevo y liberador instrumento , nos sirvió de alguna manera para comunicar nuestras sofisticadas visiones en aquel salvaje cotidiano, posibilitando las primeras imágenes de nuestros ancestrales miedos. Cómo serían esos primeros rallos de luz y de conciencia en la oquedad de las cuevas Altamiranas y de la modernísima conciencia humana de entonces (por que siempre ha sido moderna).
Siempre por temor a la muerte, el arte aparece de la nada, y desde su silencio y su refinada quietud e intensiones, nos mira gravemente.
La historia del arte no expone un episodio que no haya sido impresionante, antes de ser interpretado, de cualquier forma. De esta manera se articuló una relativa historia de aquel arte, y digo relativa por que esa historia además de haber sido brutalmente objetual, fracaso en estos tramites del capricho histórico, y desde unas memorizadas conjeturas pervive. Y por qué de aquel arte? por que esas eran otras dudas y otras certezas.
Digamos que las cosas no han cambiado mucho desde entonces, y que el teórico sigue intentando un arquetipo, proto-típico para cada tiempo, de acuerdo a las percepciones que capturan su conciencia frente a cualquier obra... o cosa. Este puede ser perfectamente el caso.







Una tendencia es, como en la moda, una corriente que todo lo irriga con sus locuacidades y sus gritos, cotarros intelectuales que apenas pueden definir las consecuencias que generan sus argumentos durante la actualidad que corresponda, y todo esto en perspectiva a una larga e interminable sita del pasado. Tan extraña y claramente difusa, que no hay definiciones que valgan mas que lo que pueden explicar sin tanto enredo las simples acciones del artista.







Estas mutaciones en la forma y el discurso, han provocado un cataclismo de términos que como en la vieja torre de Babel, nos alejaron del acceso al ascenso que cualquier tendencia construye para legitimar su origen y la extensión de sus hallazgos o descabelladas sospechas. Los hallazgos se enfrentan a esta nueva realidad da la impresión, que el discurso crítico teórico inyecta en las obras de las nuevas generaciones. Es como una especie de enfermedad de la que deberíamos extractar un poco para producir un efecto contrario que sea contrario al discurso del otro, capaz de detener, si lo quisiera, esta fiebre tan alta por el argumento, que hace cada vez más raquítico y vulnerable el estado “físico” del arte en la actualidad.
Los artistas desde siempre, y por serlo seguramente, se entregan
a la intuición llana y enigmática.
la investigación frívola o más bien friolenta que exigen las circunstancias actuales, quedaban en un segundo plano. hay en los críticos críticos y críticos Artistas un no se qué de funámbulos atravesando algo en puntillas, como sin querer despertar sospechas de su riesgo. Obra tenaz la del critico buscar en la obra, un aliento que ya no tiene; que perdió mientras escribía.
Sin los favores de la gran obra maestra, la libertad seria una utopía, único carburante perdurable que le daba sentido a su formación más que salidas y mas salidas a su abigarrada información, justo en este momento sin un sentido consistente , como si fuesen reproductores de una actualidad redentora y por lo visto y oído, inabordable.
En el Medioevo, no era política ni moralmente aceptable develar ciertas percepciones que los tribunales de la santa inquisición podrían definir como un nexo maligno que atentaba contra los principios y las buenas costumbres de aquel entonces, tan salvaje como los del extraño orden que nos mueve en la actualidad y que no admite, desde ningún punto de vista, otra realidad de las tantas que el arte aborda, y en los buenos casos, más por su “deber” qué por su inspiración.
Aquella intimidad super sensitiva con el objeto, mostraba lo importante que era en ese tiempo, el tiempo para cada oficio y todo lo que con este se podía pagar, incluyendo la vida y en el peor de los casos:la salvación del alma.
El artista, siempre tan egoísta en sus distracciones, tiene como único fin: su obra, al igual que el zapatero; su zapato. Ha sido él artista y su inquieto sentir y parecer, quien estableció una teoría más o menos razonable sobre su arte y por encima de todo lo que del arte digan los especialistas, es el artista quien ha vivido más en aquella indigencia fértil de los propios conceptos, para sobrevivir a los embates de alguna critica mal formada ya sea favorable o desfavorable. Esta acción no difiere demasiado de la que el ciego invierte cuando advierte su destino, atesorando certidumbre en sus acciones.
Detrás de sus ademanes, el artista en su accionar creativo, intenta legitimar sus creencias tanto como sus limitaciones. Aquella incertidumbre tenaz que nos pone a sortear lo que somos, nos hace involuntariamente primitivos y extremadamente anecdóticos, por que seguramente también encuentra atención lo que no somos.
Probablemente seamos, como dice Miguel Hernández: "un caballo muerto dando coces en el tiempo que corroe", o podríamos también representar a todas las cosas y tendencias y al mismo tiempo, a la nada natural tan sin tiempo ni misterios. Los artistas latinoamericanos provenimos del continente de las sangrientas utopías y somos los primeros resultados de una multiétnia pluricultural con el sino de la guerra aún marcándolo todo, esta circunstancia, a la vez que nos humilla , también... nos elimina y nos olvida. Podría pasar que sea esta característica la que establezca una especial forma de superioridad frente a otras culturas, dormidas en los sortilegios de una siempre incierta prosperidad económica, que les impide calcular el problema que los rodea.
En el arte cada quien deberá empeñar lo propio hasta procurarse una investidura fruto de los aciertos que operan solo en una consciencia activa; en esta manifestación de las cosas en las que el artista deja su corazón y sus peores obsesiones, se ensañaran los que sepan verdaderamente de arte , sin asegurar que sean los que mejor lo perciban, o que tales obsesiones sean condición para ser artista.

Ser A rtista
El "idioma" nos babelizó, flaquea y nos abandona cuando se desea nombrar algo. Adheridos a esa suspicacia como trunca de la critica, nada se aclara, nada que no sea la bendita necesidad de ser artista, en uso y abuso de razón, defendiendo siempre una intuición inesperada, y sin temor al ridículo dar los pasos, los primeros, los últimos hacia la obra y hacer tiempo con ella.
Digamos que el arte existe en quien se lo “crea” y pueda demostrarlo sin atropellar su propia integridad, saber de la incipiente jerarquía que le corona, partir como los bomberos voluntarios al llamado de las llamas, afianzándose en los pisos indecisos y las barandas rotas, en la extraña bisutería que desglosa la sensibilidad humana y sus rutinas. Son las tendencias y la gravedad de sus filosofías, lo que transforman: hasta la forma de ir por el mundo, adheridos a esa corriente superior que los inquieta hasta la obra. Es cuando la consciencia se fortalece para presenciar las novedosas implosiones del sentido propio o eso que llaman inspiración, reflejado imperiosamente en una superficie duradera.
Ser artista en estos tiempos y en los de antes, ya sea con los objetos o con las palabras, es algo mas grave que no ser nada, pues los artistas no tienen las pruebas de ningún milagro tecnológico o argumental, únicamente las inquietudes de su imaginación vagando como luminosas apariciones que difícilmente se explican, sin atender a los vericuetos de la vida conectada irremediablemente a la “obra de arte”.
El mundo mientras tanto contempla las obras maestras y sus fenómenos hereditarios cuando danzan con glamour por los extensos salones del museo, donde festejan con la luz y sus tradiciones de sombra, el acontecimiento que las delata junto a las primeras horas de cada día, de cada historia, de cada ser que las visita en su encierro de fieras domesticadas por el “buen gusto” y los altos precios.
Los artistas sugieren con su obra, una acción pública que evoca con solvencia técnica y provoca sin prudencia, y así hasta que hayan indicios de algún lenguaje que hace que la gracia les sonría y el atraso se arrepienta.
Con los destinos aledaños: los de todos, los de siempre, uno alcanza cierta plenitud frente a sus empeños y por qué no, también de cara a las grandes obsesiones, que develan algunas empresas magnificas y absurdas del espíritu, a diferencia de una visión devastada por el confort o la precariedad que en estos tiempos tanto podrian inquietarnos.
Un carácter informado es un carácter doblegado por un cepo histórico que no admite otras irradiaciones, tal ves menos latentes y sin catalogar.
Del Carácter
En el arte un carácter vale más que mil imágenes o “acciones”, esto lo dejaron más que probado todos los artistas que la historia recuerda y los connotados ejemplos de aquellos movimientos como el Dada, el Surrealismo, Expresionismo, el Cubismo, el Fauvismo, todas  geniales,  el espesial postismo español síndrome del discurso y legendarias divisiones que le dieron mas vísceras a la retina feroz del arte de aquel tiempo, la critica que deja sus huellas por todo el lugar como un criminal perpetuador desea que siempre lo “descubran” en el primer acto.
No podemos negar esa extraña irradiación que una obra maestra , empieza a despedir para sobrevivir por si sola, esa relación con el exterior hace que su carácter de obra, obre constantemente sobre si misma, afianzando con los años, su exotismo y su encanto religioso, que respira más con el brillo de sus años y en silencio infinito, inhala los misterios que la rodean.
En la actualidad nada compromete un pensamiento libre, aunque sí un miedo y un mal gusto contemporáneos que demuestran que la obra por si misma no puede, que es un pobre objeto para el cual primero se dispuso un sustento argumental, como planificando ideas para que no mueran de hambre en el futuro argumental que les espera para devorarlas.


La génesis del objeto

Su abastecida prehistoria, deberá ser resuelta con la precisión de las palabras, ya que fue el producto de la precisión de los acontecimientos; primero el objeto que será al final del esfuerzo, sustantivado o substanciado desde una perspectiva tan distinta al hecho de la manualidad y sus cualidades técnicas, que la hace aún más cercana o precisa a la nueva realidad que el objeto invade.
después hacerlo no será más consistente que lo que hacemos para después nombrarlo, hay en esto último una minuciosidad qué únicamente logramos con lo que podemos ver en detalle y definirlo a fondo y únicamente por que fueron las manos del artista quien lo rescato de la nada y ya sus palabras al abordarlo, como en una cita con la vida decididamente le darán carburante al espíritu que las creyó.
La obra como producto de un desglosamiento de ideas compulsivamente ordenadas que casan perfectamente en un objeto, carecen en su mayoría de sentido propio, y por lo contrario se insuflan de un sentido ajeno a su intención germinal, En cambio hay detalles en la obra maestra, expresiones fértiles , sugerencias que esperan por un espíritu juicioso que las reconozca, propuestas de locura expuesta como un preciado fósil que alguien acariciará en otro tiempo. Estas obras están vivas para siempre, por que aún les queda algún emisferio virgen por develar.
El proceso creativo se ve alterado por este "nuevo desorden" critico que a todos nos concierne, por que siempre queremos explicar las cosas antes de realizarlas.
De antemano la obra de arte se lanza al vació y se hace tan brillante y atractiva como las materias que esperaron por un impulso, calido, caótico y vertebrado que rompa el silencio, muchas expresiones de ahora tal párese que se hacen valientes de la nada sin forma o con todas en el lenguaje. Las nuevas generaciones están enfrascadas en una frustración por fortuna expresada y en otras ocasiones dolorosamente represada, que no les permite contar con su propia historia, las normas o normativas estéticas que impone un modo de pensar y hasta de hacer, tendencias o tentativas de tendencias que se atreven a continuar diciendo con palabras que entretienen una idea que no se supera en la semántica ni se resuelve con otras valoraciones de entrega total que active un lenguaje que les permita atajos conducentes al éxtasis del hallazgo. Los remanentes de visualización que la academia no contempla, eran luces de otros tiempos en los que el oscurantismo no era tan latente como este de ahora con tanta y tan proliferante información que hace creer que ya todo está escrito.
Y puede ser, pero la información proviene del hemisferio de la hermética formación, hasta la ciencia lo explica en cualquiera de sus laberintos. La formación es una receta muy antigua que mientras hace alternativamente dice de sí misma y simplemente se expresa y por ende: se define.
Que será lo que hay dentro que no se puede ocultar con un manto de información desmesurada, como sí de ideas viviera el arte; ninguna idea será mejor que media percepción, esta se codifica en formas de uso visual después de haber vibrado en la sangre que revierte en formas presentidas como sutiles referentes de legitimidad de un ingenio en vida.







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